- "No vengas a rezar a mi escuela y no iré a pensar a tu iglesia."
- "Estoy en contra de la religión porque nos enseña a estar satisfechos con no entender el mundo".

lunes, 12 de noviembre de 2012

El derecho a decidir de los catalanes (perdonad que me descojone)

Definamos el marco temporal de esta entrada, por si alguien la lee dentro de un tiempo o en otro lugar. Estamos en España, 2012. Elecciones catalanas. El President(e) Artur Mas (me perdonen la ortografía los catalano-escribientes) escenifica un órdago para consultar a los catalanes en un referendum para la independencia de Cataluña (del estado español, de España). Enfrente, cómo no, el Partido Popular (la extrema centro derecha) de Rajoy, desde Madrid y el Gobierno español, acoge con entusiasmo semejante polémica, que desvía la atención del público del paro, los recortes, el déficit, la prima de riesgo, los rescates, los deshaucios, la no dación en pago, dirigiendo dicha atención al miedo patriótico visceral: los catalanes quieren romper España, la cual necesita por tanto más que nunca la firme dirección de los defensores naturales de la unidad de España, el partido político heredero de los que ganaron la guerra. Extrañamente entra en juego la constitución, extrañamente en cuanto que el Partido Popular que cuando se votó la constitución no pidió el voto para el sí a la constitución (creo que se abstuvo), ahora sí que les gusta esa misma constitución si es para darles en las narices a los catalanes. De aquella se llamaban Alianza Popular.
Yo estoy totalmente a favor de eso que ahora están llamando el "derecho a decidir" de los catalanes. Lo que me da pena es... ¿qué derecho a decidir se juegan aquí los catalanes, a decidir qué? ¿Podrán decidir organizar su sociedad de abajo arriba, en asambleas ciudadanas, donde los representantes siempre se puedan destituir, y respondan de sus decisiones ante la asamblea, ante los de abajo, ante quienes lo escogieron? ¿Podrán elegir un sistema en que los ciudadanos dispongan de información y puedan tomar decisiones sobre todo absolutamente lo que afecta a sus vidas? ¿Podrán decidir expropiar para el pueblo recursos estratégicos que ahora enriquecen a pequeños grupos privados, minas, puertos, redes de comunicaciónes y abastecimientos...? Si todo lo que pueden aspirar a decidir es si Cataluña se desgaja de España, me parece bien poca cosa. Diría más. Por simpáticos que me caigan los catalanes y el catalán, hoy por hoy un catalán sufre una larga serie de opresiones y agresiones, al igual que otras gentes, y la opresión de la lengua catalana hoy en día no puede ser el problema número uno de un catalán; no porque no exista o no sea un problema, sino porque hay otros; a saber: una minoría de amos concentran toda la fuerza militar y policial y toda la propiedad, sobre todo, propiedad sobre el ficticio dinero y también sobre el planeta: tierras, industria, mar... El resto no tienen nada, y tienen que buscarse la vida, aunque no tienen una tierra que sea suya donde puedan cultivar ni cazar... La mayoría se ven destinados a formar los imperios de los amos, que son los únicos que pueden pagar, porque son los únicos que tienen, todo. Bajo los amos se forma toda una pirámide de esclavos. Curiosamente se suele decir que los empleados viven de la empresa, y no que el amo vive de los esclavos.
En este tipo de sociedad tan desigual económicamente hablando, resulta que el aparato estatal, la ley, está totalmente trucada y deformada para favorecer a los amos, para que nunca dejen de serlo. Puede aceptarse un cierto cambio de amos, llegadas nuevas y retiros, todo pasando por el parabien de los amos del momento, pero no una verdadera sociedad de verdaderos socios, donde las decisiones que afectan a todos las tomemos todos, donde cualquier ser humano tenga derecho a ganarse el pan sembrando, cazando, pescando, en una tierra y un mar de todos.
Pero el caso es que la fuerza no atiende a razones. En realidad, a efectos prácticos, la propiedad se define como "aquello que eres capaz de defender por la fuerza". A este derecho natural no se le ha impuesto hasta hoy ningún derecho internacional. No se puede defender hoy la legitimidad de la propiedad de los herederos de quienes recibieron tierras o títulos nobiliarios como salario por hacer la guerra. Esto es exactamente saqueo. Hago la guerra, y si sobrevivo disfruto de mi parte del botín. Tampoco se puede defender que no haya límite para lo que una persona pueda poseer, gastar y consumir y derrochar, al mismo tiempo que a otros (miles de millones -la población mundial andaba sobre los 6 mil y pico hace pocos años-) les falta techo, comida, alfabetización, no digamos sanidad). Y llenando el espacio de satélites, como si la pasta sobrara y no le hiciera falta a nadie.
Hay un problema: hay una ley de la selva que funciona: el que gana la guerra es el que se hace con el poder militar, económico, mediático, político. Si no aceptamos esta verdad...
Esta verdad implica que tenemos enemigos, que unas personas nos están esclavizando, y que no muestran intención de renunciar a su supremacía. Pero los esclavos somos más, estamos en todas partes, lo construimos todo, lo reparamos todo. El problema es que muchos esclavos se han tragado hasta el fondo que el mundo mejor de los posibles es esta esclavitud, porque cualquier otra cosa será peor, porque casualmente es ahora cuando, el equipo dominante, justamente van a ser las mejores personas con más ética. Qué suerte increíble que los que más se lo merecen ganaron la guerra. Vale que mejor la dictadura de Churchill y Roosevelt que la de Hitler... pero ¿la de Stalin? En cuanto a esto, otra pregunta que se me ocurre siempre: ¿qué determina que unas veces sea el más tirano el guerrero vencedor, y otras no?
Seguiremos en otro momento, hasta otra, salud y suerte, y que viva el derecho a decidir, pero mejor decidir lo que importa en nuestras vidas que decidir míseros detalles que en este caso son una burda cortina de humo para distraer al personal, precisamente de eso que realmente debería importarle, la no dación en pago, las palizas por salir a protestar, el paro, la esclavitud, la sanidad gratuita, universal y de calidad, el trabajo digno con sueldo digno, y el control de la propia vida, y la participación en una verdadera sociedad, y no el rebaño de ganado en manos de mafiosos que somos ahora.

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